Curas con sotana
Muchas veces ponen en mi boca palabras que no son mías. Dicen que yo odio a los curas. No. Yo no odio a los curas. Me dan asco los curas con sotana. Los que no llevan sotana, suelen ser buenas personas que hacen un trabajo encomiable, en silencio. Yo tenía 18 años. El cura con sotana me obligaba a confesarme cada quince días. En una habitación. Sentado en una silla pegado a mí. Nada de confesionario. Su boca pegada a mi oreja, a punto de chuparla. Su aliente fétido a tabaco. Su colonia antigua que aún rechazo. Sus preguntas sobre la masturbación. Su empeño en el que le contara detalles. Que si por delante. Que si por detrás. Entonces no me daba cuenta porque estaba atemorizado durante la situación y yo me creía un elegido por Dios para estar ahí, en esa habitación y pensaba que aquello tenía que ser así.
Este año cumplo 60. Tardé mucho en darme cuenta de que ese cura con sotana lo que hacía, en vez de confesarme, era utilizarme como un juguete sexual que le contara relatos eróticos para luego soñarlos durante su pecado solitario mientras ahí me castiga por no respetar la sagrada pureza. ¿Entienden por qué yo no odio a los curas? Sólo me dan asco los curas con sotana.
![](https://www.saboridoblog.com/wp-content/uploads/2025/01/sacertote-con-sotana.png)